Abogados vs IA – ¿Aliados o adversarios?

La integración de la Inteligencia Artificial en el ámbito jurídico ha traído consigo beneficios evidentes en términos de optimización de tiempos y facilidad en la redacción de documentos.  Sin embargo, también surgen cuestionamientos sobre la privacidad, la ética y los sesgos, planteando un debate acerca de los posibles riesgos y el equilibrio necesario para la implementación efectiva de la AI en el ejercicio jurídico.

 

En los últimos días se han conocido diferentes casos a nivel mundial en los que, gracias a la IA, se han adelantado una serie de litigios y batallas legales. Un caso claro y cercano, fue el presentado en Colombia el pasado 30 de enero en donde se falló a favor de una madre para que su hijo autista fuera exonerado de los cobros relacionados con citas médicas, transporte, terapias, etc., en su EPS.  En dicha sentencia, el Juez menciona abiertamente que tuvo en cuenta la intervención de Chat GPT para la sustentación de la decisión.

Otro caso muy reciente es el de un individuo estadounidense a quien no le resultó tan bien la utilización de la IA, y que ahora se puede enfrentar a posibles sanciones legales después de haber usado Chat GPT para redactar un documento en donde se mencionan, toda una serie de supuestos casos y precedentes legales no verificados en contra de una famosa aerolínea sin sustento jurídico.

Estos casos ponen sobre la mesa, una serie de cuestionamientos sobre las ventajas y desventajas de la utilización de IA por parte de los abogados en todo tipo de escenarios.

Es interesante conocer que se han utilizado documentos redactados con la ayuda de IA en casos legales reales y que algunos abogados han obtenido resultados positivos gracias a ello.  Sin embargo, es importante tener en cuenta que, los modelos de lenguaje de IA no pueden asumir responsabilidades por los resultados legales de los documentos generados por estos.

La utilización de la IA en el campo jurídico incluyendo la redacción de memoriales, documentos probatorios y demandas, puede ser una herramienta poderosa para mejorar la agilidad y la productividad de los abogados; ya que puede ayudar a identificar patrones y analizar grandes cantidades de información de manera más rápida y precisa que los seres humanos.

No obstante, la redacción de dichos documentos implica una serie de factores que van más allá de la redacción, gramática y coherencia. El análisis, interpretación y aplicación de leyes, el conocimiento del contexto, la estrategia legal, la argumentación y el razonamiento jurídico son propias del ser humano.

Es importante evaluar, si nos estamos enfrentando a un riesgo inminente derivado del desconocimiento y la ignorancia tecnológica y nos estamos dejando llevar por un fenómeno y una tendencia llamada IA.  Si bien y como se mencionó anteriormente, puede ser una herramienta poderosísima para los profesionales del derecho, ésta no podrá sustituir por completo sus funciones.  Sin la experiencia humana, el juicio legal, la comprensión del contexto y sus aplicaciones normativas, se diluyen los elementos esenciales de la práctica del derecho.

Dentro de los desafíos significativos están: asegurar que los documentos generados con la ayuda e intervención de un modelo de lenguaje de IA conserven la transparencia, la imparcialidad y el cumplimiento a cabalidad de los estándares éticos y legales de la práctica jurídica teniendo en cuenta su contexto.

El principal problema en el escenario de la utilización por parte de profesionales del derecho de herramientas de IA, es la falta de supervisión humana y comprensión de las limitaciones de estos modelos de lenguaje.  Aunque la mayoría de las aplicaciones y plataformas son herramientas poderosas, tienen limitaciones que nunca reemplazarán el juicio humano, especialmente en áreas especializadas como el derecho.

Para ser específica, las limitaciones de la IA a las que hago referencia en estos casos, incluyen:

  1. Falta de actualización:  Los modelos de lenguaje de IA no se encuentran actualizados en tiempo real, por lo tanto, no tienen acceso a los cambios o información reciente que contemplen modificaciones en la legislación aplicable.
  2. Interpretación contextual: Si bien su función es generar textos coherentes, no siempre entiende el contexto o los matices legales a profundidad.  Sólo puede proporcionar información general, pero sin un análisis y juicio legal, propio de un abogado. 
  3. Responsabilidad ética:  La IA, no cuenta con la capacidad de tomar decisiones legales o éticas. La responsabilidad absoluta recae en los usuarios que interactúan con ella.

Debemos trabajar arduamente en concientizar y educar a la sociedad y a los profesionales del derecho y otras profesiones en las bondades y las limitaciones de la IA, como herramienta técnica, mediante:

  1. Divulgación clara: Los proveedores de apps o plataformas de IA tienen la responsabilidad de informar sobre sus capacidades y limitaciones y advertir al usuario cómo dar uso adecuado a ellas.
  2. Capacitación profesional: Todo profesional debería recibir una formación básica y adecuada de cómo interactuar con la IA, para lograr un uso responsable y útil como herramienta de trabajo.
  3. Regulación o normalización: De la mano de las autoridades competentes, establecer normas y regulaciones claras para el uso de la IA en el ámbito profesional de manera responsable y supervisada. 

 

En conclusión, la inteligencia artificial es una herramienta muy útil y valiosa para los abogados y demás profesionales, sin embargo, es indispensable por parte de dichos usuarios,  el conocimiento de sus capacidades, limitaciones y fuentes veraces de información que, combinadas con la habilidad humana, puede resultar en una práctica jurídica y profesional más eficiente y efectiva respetando los límites éticos y garantizando la supervisión permanente y toma responsable de decisiones humanas en todos los procesos críticos de la técnica profesional.

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