
Una de las grandes discusiones que ha girado en torno a la privacidad como derecho, es la monetización de las industrias tecnológicas / digitales con los datos personales, la información suministrada por los titulares, y los usos derivados e indiscriminados de esta.
Me pregunto con regularidad ¿qué estamos dispuestos a transformar en nuestros hábitos de consumo, para que la información que suministramos sea tratada con la responsabilidad que acarrea gestionar derechos ajenos? Sí, derechos ajenos, porque los beneficios derivados del uso de los datos personales, debería ser para los titulares de estos.
¡Claro! el uso y abuso de la información de terceros se ha dado de manera irregular, ilegítima, abusiva y también irresponsable ✋ por:
✓ La presunción generalizada de los derechos como privilegios
✓ El condicionamiento de las garantías a una contraprestación
✓ La costumbre a la inmediatez
✓ La intolerancia a los procesos
✓ La incapacidad de asumir los derechos como deberes
✓ El cumplimiento como obligación y no como cultura
Llevo más o menos 7 años estudiando y analizando diferentes matices de la privacidad como derecho:
☄️ La regulación
☄️ Los antecedentes
☄️ El cumplimiento
☄️ La legitimidad regulatoria
☄️ La sincronía con los mercados
☄️ La articulación con la seguridad
☄️ La capitalización cómo intangibles
Y cada vez, con más facilidad me percato de que el siglo XXI no está sucediendo para consumir privacidad, y en cambio sí está poniendo de frente a la privacidad los siguientes retos:
⛳La hiperconexión
⛳La infoxicación
⛳La inmediatez en el consumo
⛳La aceleración en el uso de tecnologías disruptivas
La historia de la humanidad, y de la vida en general, han necesitado, necesita y necesitará información para suceder… actualmente información de las personas, como consumidores y destinatarios de los mercados. En un par de años será información de los humanoides, de sus hábitos, necesidades y criterios de elección.
Hoy más que en otros momentos de la historia, es necesario regresar a la primera mitad del siglo XX y recordar las advertencias que sabiamente hizo Isaac Asimov con las leyes de la robótica:
“Primera Ley: Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño.
Segunda Ley: Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley.
Tercera Ley: Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.”
Es oportuno comprender las necesidades básicas, esenciales y vitales que se satisfacen con el consumo 📣 spoiler: son químicas, biológicas y físicas. No son necesidades de vanidad.
Y finalmente, es pertinente aprender sobre los fundamentos y usos de las tecnologías que posibilitan que hoy cada clic sea un bit.
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