Regulación de AI es urgente

Estamos en una época donde todo lo moderno, disruptivo y avanzado se asocia a la inteligencia artificial (AI). 

La AI es una tecnología convergente que de manera “autónoma” da solución a las situaciones o interrogantes que se le plantean, es decir son generativa o predictiva. 

Hasta el momento hay algunas AI más populares que otras, sin embargo siguen siendo algoritmos más avanzados que ante un estímulo dan un resultado.  Son un silogismo que ante unas premisas se llega a una consecuencia. Por eso pueden llegar las AI a ser útiles en lo jurídico, como por ejemplo, la redacción de sentencias judiciales. 

No obstante, ¿cuál es la base de información que analiza la AI para llegar a sus conclusiones? Se entiende que todo lo que se encuentra en Internet, pero también lo que está en la infrainternet (deep web, darknet, darkweb) es objeto de análisis por la AI, adicionalmente pareciera contar con autoconciencia, es decir, de lo que toma y analiza, pareciera tener su propio criterio. 

Pero no es así, lo cierto es que la AI usa el aprendizaje automático, específicamente, las redes neuronales, correlacionan la información en forma de tokens y estos tokens no son sino un conjunto de números o lenguaje binario. De ahí que lo que menos preocupe es que la AI tenga como base para redactar una sentencia, sean las decisiones de Caso Cerrado, sino que la nueva justicia se respalde en patrones aprendidos o embedding más avanzados en la más oscura actividad o banalidades de los seres humanos en la web. La historia de la humanidad está plagada de hechos violentos, guerras, manipulaciones, dominio hacia su propia especie.

Entonces, algo que esperamos que pueda ser autónomo como los humanos, tiene que regularse (controlarse) también, porque está construido sobre el autoaprendizaje de nuestra humanidad imperfecta.

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